“Queremos reafirmar, en consonancia con la declaración final del encuentro latinoamericano y del Caribe de Santo Domingo, que el sueño de Dios es el nuestro: un continente sin cárceles. Sabemos que esto no es fácil, que primero debe darse con profundidad un cambio del modelo social en nuestros países de tal modo que no haya excluidos ni hermanos considerados descartables con los cuales se llenan hoy las prisiones”, expresaron los integrantes de la Pastoral Penitenciaria del Cono Sur en el documento final de su II Encuentro, realizado días atrás en la ciudad de Luque, República del Paraguay.
Durante las jornadas compartidas se planteó como principal desafío la incidencia en las políticas públicas –especialmente en aquellas relacionados a la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y la seguridad- dirigidas a la población más vulnerable con la cual existe una gran deuda social. A la vez, se propuso “luchar proféticamente” por la superación de las divisiones sociales y la exclusión mediante el respeto a los derechos humanos, erradicando la tortura, el exterminio y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes que sistemáticamente se viven en las cárceles de muchos países.
“Vemos con claridad que necesitamos de una mayor y profunda formación de los agentes pastorales que trabajan en el mundo de la carcelación que, insistimos una vez más, no sólo es la realidad de los encarcelados, sino también de sus familias, los grupos vulnerables de la sociedad, el personal de seguridad, los profesionales, los pos carcelados”, agregaron.
Por último, se plantearon como desafío promover en la formación de los universitarios y los seminaristas el compromiso con la realidad de las cárceles, aportando una mirada desde el Evangelio, ley superior a todas las demás que no dejan de ser obra de los hombres en un momento histórico determinado. “Entre nosotros, nos comprometemos a extendernos la mano, a trabajar en conjunto, a hacer nuestros los problemas y sueños de la pastoral carcelaria de cada uno de nuestros países. Solos es imposible, pero unidos y con la gracia de Dios toda utopía se puede concretar, por eso no vamos a desistir, vamos a trabajar con alegría y valentía, con audacia y creatividad en la misión de vivir el Evangelio en el mundo de la carcelación”, concluyeron.
Durante las jornadas compartidas se planteó como principal desafío la incidencia en las políticas públicas –especialmente en aquellas relacionados a la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y la seguridad- dirigidas a la población más vulnerable con la cual existe una gran deuda social. A la vez, se propuso “luchar proféticamente” por la superación de las divisiones sociales y la exclusión mediante el respeto a los derechos humanos, erradicando la tortura, el exterminio y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes que sistemáticamente se viven en las cárceles de muchos países.
“Vemos con claridad que necesitamos de una mayor y profunda formación de los agentes pastorales que trabajan en el mundo de la carcelación que, insistimos una vez más, no sólo es la realidad de los encarcelados, sino también de sus familias, los grupos vulnerables de la sociedad, el personal de seguridad, los profesionales, los pos carcelados”, agregaron.
Por último, se plantearon como desafío promover en la formación de los universitarios y los seminaristas el compromiso con la realidad de las cárceles, aportando una mirada desde el Evangelio, ley superior a todas las demás que no dejan de ser obra de los hombres en un momento histórico determinado. “Entre nosotros, nos comprometemos a extendernos la mano, a trabajar en conjunto, a hacer nuestros los problemas y sueños de la pastoral carcelaria de cada uno de nuestros países. Solos es imposible, pero unidos y con la gracia de Dios toda utopía se puede concretar, por eso no vamos a desistir, vamos a trabajar con alegría y valentía, con audacia y creatividad en la misión de vivir el Evangelio en el mundo de la carcelación”, concluyeron.
Fuente: Pastoral Social Paraguay
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