miércoles, 21 de marzo de 2012

«Guardaos de hacer las obras buenas en público solamente para que os vean» (Mt 6,1)


 
Dice San Ignacio de Loyola cuando va llegando al final de los ejercicios espirituales que el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras. Es una proclama serena, simple y al tiempo exigente. Hay un tiempo para hablar, y otro tiempo para hacer. Y sin ese tiempo de aterrizar, ¿dónde quedan las palabras? ¿De qué se trata, entonces? Atender a los pobres, y a los rotos, y no solo cantar su nombre. Trabajar por la justicia. Ser honrado más que presumir de ello. Hablar de paz con las manos abiertas. Amar en lo concreto, en la entrega de tiempo, de preocupaciones, de medios, poniendo el corazón en juego. De esto se trata.
¿Dónde sientes tú que el evangelio, en tu vida, se pone manos a la obra