Desde hace unos meses, Mateo Malato, artesano de tambores, comenzó a dictar un taller en el Pabellón Juvenil de la cárcel de Las Flores. Según nos contó, lo más importante de su taller es la gratificación que genera, primero, la construcción de un instrumento propio, y segundo, poder tocarlo, hacer música con él. Al respecto, Mateo nos comentó que “en los pibes me parece que es una herramienta tanto laboral, como artística, de expresión etc., que tiene muchos aspectos positivos.” La particularidad de los tambores creados en estos talleres es que son armados “con la misma forma y técnica que nuestras tribus originarias. Todo esto con las ventajas que incluye los tambores en una sola pieza: el sonido firme y potente, la dureza de la caja, la belleza y la exclusividad de los decorados tallados a mano. Y en segundo lugar el tratado de los cueros en forma y con productos naturales. Esta sumatoria com-pleta el sonido y la apariencia de estos tambores de carácter profesional y muy buena calidad.”
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