La palabra “adviento” deriva del verbo “venir” y en el lenguaje cristiano primitivo significaba la última venida del Señor, su vuelta gloriosa y definitiva.
Luego comenzó a significar la venida del Señor en la humildad de nuestra carne. De este modo la venida del Señor en Belén y su última venida se contemplan dentro de una visión unitaria, no como dos venidas distintas, sino como una sola y única venida; y un tiempo de preparación que precede a las fiestas de navidad y epifanía.
Esta «preparación de los caminos del Señor» se convierte para el cristiano en una urgencia constante de compromiso temporal, de dedicación positiva y eficaz a la construcción de un mundo nuevo.
Entonces, el esfuerzo humano por contribuir a la construcción de un mundo mejor, más justo, más pacífico, en el que los hombres vivan como hermanos y las riquezas de la tierra sean distribuidas con justicia, es una contribución no sólo importante, sino esencial.
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