¿DESPENALIZACIÓN SÍ O NO?
Algunas reflexiones
de la Pastoral de Drogodependencia de la Conferencia Episcopal Argentina ante
los proyectos de ley sobre la despenalización de la tenencia de drogas para
consumo personal.
Estas
reflexiones están inspiradas en los testimonios y preocupaciones que recogemos
a diario en los distintos ámbitos de la Iglesia en todo nuestro país.
El tema de la
droga genera una enorme preocupación en todas partes, en las grandes ciudades y
en los pueblos más pequeños, en las familias con muchos recursos y en las más
humildes de nuestra sociedad.
Las familias
recurren a nosotros en búsqueda de orientación y consuelo. Muchas veces caen en
la desesperación.
Por eso no podemos callar.
Expresamos
nuestros pareceres enriquecidos por la experiencia de la Iglesia en todo el
mundo. Sí: en todo el mundo.
Así
quisiéramos que se interpreten. Como una contribución para encontrar caminos de
comunión superadores de una realidad que nos angustia.
Creemos que es
a través del diálogo y creando espacios de reflexión en donde cada uno se pueda
expresar con auténtica libertad, que encontraremos las verdaderas respuestas a
este mal de nuestro tiempo.
De ninguna
manera debiéramos mirar al que piensa distinto como un enemigo reprochable con
el que ni siquiera hay que hablar. Por el contrario, pensamos que es respetando
profundamente los distintos puntos de vista que nos guían, que encontraremos
verdaderos caminos de comunión que en definitiva nos ayuden a alejar a toda la
sociedad del esclavizante mundo de las drogas.
Y, por sobre y
ante todo, queremos recoger y expresar la voz de los más pobres.
Un joven pobre
que se droga no se está divirtiendo, no hace fiesta ni se dedica a un uso
recreativo: huye hacia adelante para llegar más rápido al día de su muerte.
"En la Argentina, lo que quizás es
recreativo para un joven de clase media o alta se torna fatal en los ambientes
pobres y marginales. Es necesario comprender que la vulnerabilidad social
aumenta cuando no hay oportunidades de inclusión real; y que, a mayor
vulnerabilidad, la brecha entre el consumo recreativo y el consumo problemático
se acorta dramáticamente. El joven pobre no tiene de dónde asirse, porque vive
la fragilidad en lo escolar, en lo laboral y lo sanitario; en consecuencia, un
simple consumo de porro tiende a arraigarse más rápido y con mayor
fuerza." (Fragmento tomado de la nota de opinión del sacerdote José María
"Pepe" Di Paola, publicada en el diario La Nación el lunes 28 de mayo
de 2012 con el título "La cuestión no es despenalizar".)
El contexto de la ley
Desde hace un
tiempo se escuchan diversas propuestas que promueven la despenalización de la
tenencia de drogas para el consumo personal.
Para sostener
y justificar esta postura se expresan distintos argumentos, pero el más común
es que "la guerra contra las drogas
ha fracasado", el consumo ha aumentado y lo único que se ha logrado es
"criminalizar al adicto".
Entonces se
dice que la única y la "verdadera solución" es simplemente "despenalizar",
confiando en que con esta sola medida se resuelve casi todo el problema.
Sin embargo,
como ya ocurrió en otros países, esto favorecería el incremento de las
facilidades y oportunidades para obtener estas sustancias y por lo tanto
aumentar de esa manera el consumo, más que disminuirlo.
Cabe señalar
en este contexto, que llama la atención que cuando se hace un análisis jurídico
del problema de las adicciones, no se hayan analizado otras alternativas para
atender una problemática tan específica como la creación de tribunales propios,
fuera del área penal por ejemplo.
Nuestra realidad
El 25 de Marzo
de 2009 el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la
Arquidiócesis de Buenos Aires publicó un documento en el que se manifestaba que
"la droga está despenalizada de hecho" y nos decían que "la despenalización a nuestro
parecer influiría en el imaginario social instalando la idea de que las drogas
no hacen tanto daño". Y continuaban:
"Vemos la buena intención de los que
buscan no criminalizar al adicto, es una locura criminalizar la enfermedad.
Pero intentemos pararnos desde la perspectiva de las familias más vulnerables.
Sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un
sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del
adicto y su familia que pide ayuda con el Estado es la justicia. Despenalizar
en estas condiciones es dejar abandonado al adicto, no hacerse cargo de su
derecho a la salud. La dinámica misma de la adicción lleva muchas veces a hacer
cualquier cosa para satisfacer el deseo de consumo. El próximo encuentro entre
el Estado y el adicto ya no será en la enfermedad, sino en el delito que a
veces nace de ella.(...) Usando una imagen podríamos decir entonces que la
discusión sobre la despenalización corresponde a los últimos capítulos del
libro y no a los primeros".
Cuando los
legisladores deban meritar sobre los motivos o razones por las que se debería
liberar el consumo de cannabis, entendemos que simultáneamente deberían
reflexionar si el sistema sanitario de nuestro país se encuentra preparado para
enfrentar todo lo que conllevaría poner en práctica tal decisión.
Particularmente se ha de tener en cuenta a los más pobres. No se debe legislar
para minorías sin tener en cuenta a las mayorías postergadas. Sabemos que las
drogas producen impactos diversos según el estado de la salud del consumidor.
Quien tiene alimentación adecuada en su infancia, atención médica habitual,
dormitorio cómodo y abrigado, recibe las sustancias con serios riesgos para su
salud. Pero el daño será mayor en un organismo deteriorado por la pobreza.
Entendemos el
espíritu de la mirada jurídica, pero creemos que no es facilitando el consumo,
ni haciendo aparecer como que está bien lo que está mal, que vamos a superar
este creciente flagelo de las drogas, particularmente en nuestros jóvenes y
adolescentes.
Estado - Políticas Públicas - Contexto
Social
Es necesario
ir a las causas de la cuestión y no solo, a través de una mirada parcial y no
integral, a considerar un aspecto del problema: el jurídico.
En este
momento, en el que la pobreza y la exclusión persisten en buena parte de
nuestra gente, medidas que puedan facilitar el consumo generan confusión y
aparecen como a destiempo, desenfocadas de la realidad social.
Las políticas
públicas deberían orientar sin lugar a dudas a desalentar el consumo de drogas.
Por eso es de la mayor importancia contar con una política de Estado que
promueva la educación, la prevención y la salud. Es urgente dar pasos hacia
soluciones integrales.
La Ley Nº
26.586 que establece el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las
adicciones y el consumo indebido de drogas fue promulgada el 28 de Diciembre de
2009. Es un excelente instrumento para desarrollar un verdadero esfuerzo educativo
a nivel nacional. Sin embargo, debemos lamentar que aún no se han dado pasos
firmes para su implementación.
¡¡ Es Urgente avanzar en educación y
prevención !!
Hoy el mundo
se enfrenta a uno de los mayores flagelos que se haya registrado en la historia
de la humanidad. No solo por el aumento de las toxicomanías -cientos de
millones de hombres y mujeres consumidores- sino también porque el entorno del
adicto (principalmente la familia) se ve sometido a sacrificios enormes tanto
en la observación diaria del deterioro y la angustia a que se haya expuesto el
abusador de sustancias, como así también en la fase de rehabilitación posterior
que importa un gran esfuerzo físico y moral de todo el núcleo afectivo primario
que debe acompañar esta dolorosa y compleja etapa.
El conocimiento científico
Se ha
divulgado de modo confuso que la distinción entre drogas blandas y duras
-inclusive algunos gustan denominar "inocuas" a las primeras, también
se las describió como "recreativas"- es un primer paso para
distinguir lo que debe separarse en cuanto a las restricciones o controles gubernamentales.
Todo parece
reducirse a un esquema erróneamente simplificado en el cual la droga es
evaluada por comparación con otras sustancias aceptadas socialmente. Así, el
caso de los cannabinoides tal vez sea el paradigma de esta situación. Inclusive
algunos autores sostenían que el uso de marihuana resultaba menos dañino que la
aspirina (Ells, 1992).
Hoy sabemos científicamente
que no es así y las organizaciones internacionales que estudian seriamente el
problema como la UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito)
alertan, por ejemplo, sobre el uso dañino de la marihuana. Esta Organización de
las Naciones Unidas en su Informe Mundial sobre drogas 2011 expresa con toda
claridad que cada vez más y más hay evidencias que indican que la intensa
exposición al uso de cannabis incrementa el riesgo de desórdenes psicóticos.
Frente al
cannabis los adolescentes parecen estar en doble desventaja: son más
vulnerables al uso de ella y los efectos sobre las medidas cognitivas son más
pronunciadas que en la edad adulta (Arsenault y otros, 2004, Ehrenreich y otros, 1999; Pope y otros, 2003). La
adolescencia es un período crítico para el desarrollo neuronal y existen poco
estudios encarados en esta etapa crítica (Mathias y otros, 2010).
Existen, como
los señalados, numerosos estudios que desde el conocimiento científico, nos
permiten hoy tener clara conciencia de las características complejas que nos
plantea el problema de las drogas.
El deterioro
de las funciones conductuales durante el manejo de vehículos, las consecuencias
durante el embarazo, su relación con la esquizofrenia y los brotes psicóticos y
muchos otros han sido claramente estudiados y documentados.
El narcotráfico y los mercaderes de la
muerte
El daño que se
produce a los adolescentes y jóvenes da cuantiosas ganancias a organizaciones
mafiosas que operan en nuestro país. En los últimos años Carteles extranjeros
se han instalado entre nosotros. Un crecimiento semejante va acompañado de
corrupción e impunidad, violencia y muerte, sobornos y extorsiones, miedo y
repliegue de la sociedad, que ya no sabe en quién confiar. La sospecha de
corrupción generalizada deja el sabor amargo de abandono y desamparo. Semejante
crecimiento no pudo desplegarse sin complicidades de diverso orden en la
sociedad y el Estado.
Constatamos
mensajes ambiguos. No queremos la droga cerca, se le da vuelta la cara a los
adictos, ¿y le vamos a dar más libertad de circulación todavía?
Debemos saber
que las leyes cumplen una función pedagógica. ¿Qué enseñanza nos deja darle a
las drogas un reconocimiento legal?
No caben dudas
de que es necesario redoblar esfuerzos para combatir las redes mafiosas de los
mercaderes de la muerte. No hay que darle espacio al narco-negocio.
Pero
recordando siempre que en el centro del problema está el hombre y sus vínculos.
El hombre que necesita encontrar un verdadero sentido a su vida y poder vivirla
dignamente con la libertad de los hijos de Dios.
Red social - Solidaridad - Bien común
Hacemos votos
para que la sociedad en su conjunto se involucre para formar una verdadera RED
SOCIAL que dé respuestas concretas a esta enfermedad de nuestro tiempo.
La lucha
contra la droga se gana en la EDUCACIÓN y PREVENCIÓN, creando fuertes vínculos sociales
a través de la SOLIDARIDAD y la búsqueda del BIEN COMÚN.
En este camino
del Bicentenario del 2010 al 2016 hacemos votos para que fructifiquen los
esfuerzos por lograr una sociedad libre de la esclavitud de las drogas y de
toda opresión.
Comisión de
Drogodependencia de la Conferencia Episcopal Argentina
4 de junio de
2012
Referencias
Ø Ellard, J. The ninth crusade: The
crusade against drugs. Mod Med Aust, 58-68, 1992.
Ø Arsenault y col. Causal association
between cannabis and psychosis: examination of the evidence Br. J. Psychiatry
184, 110-117, 2004.
Ø Ehrenreich y col. Specific attentional
dysfunction in adults following early start of cannabis use. Psychopharmacology
142, 295-301, 1999.
Ø Kendell R. Cannabis condemned: the
proscription of indian hemp. Addictions 98, 143-151, 2003.
Ø Mathias y col. A failure to sustain
prepulse inhibition in adolescent marijuana users. Drugs and alcohol dependence,
2010.
Ø McGrath y col. Association between
cannabis use and psychosis related outcomes using sibiling pair analysis in a
cohort of young adults. Arch Gen Psychiatry 67, 2010.
Ø Shapiro & Buckley Hunter. What every
adolescent need to know: cannabis can cause psychosis. J of Psychos. Res.
69, 533-539, 2010.
Ø Míguez, Hugo, II Congreso Uruguayo de
Neonatología, 2007.
Ø Bauer, Gabriela; Ortiz, Zulma, La
Nación, 2010.
Ø Pontificio Consejo para la Pastoral de
la Salud, Iglesia, droga y toxicomanía, Ágape Libros, 2010.
Ø Ley Nº 26.586, Programa Nacional de
Educación y Prevención sobre lasAdicciones y el consumo indebido de drogas,
Buenos Aires, 2009.