CONCLUSIONES DEL XIII CONGRESO DE LA ICCPPC DE CAMERÚN
La ICCPPC – Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica - tiene su origen en el primer Congreso Internacional convocado por el Cardenal Montini, futuro Pablo VI. Éste tuvo lugar en Roma con motivo del Año Santo de 1950 y en él participaron los responsables de las Capellanías de Prisión de varios países de Europa, Estados Unidos de América y de Argentina. En el año 2000, con ciento cinco países representados y asociados, la comisión preparatoria de los congresos se configura como una Asociación Pública de Fieles de la Iglesia Católica, con nuevos estatutos que mantienen la finalidad de promover la pastoral penitenciaria católica a nivel mundial. Ese mismo año, fue otorgada a la Comisión la Especial Posición Observadora en las Naciones Unidas y fue admitida en el Consejo Económico y Social de Nueva York, Viena y Ginebra. Cada dos o tres años, los sucesivos congresos han tenido lugar en diversas ciudades de varios países del mundo. La última convocatoria ha tenido lugar en Yaundé, Camerún, del 27 de agosto al 01 de septiembre, en las instalaciones de la Universidad Católica de África Central.
Uno de los mensajes que enfatizó en su ponencia el Cardenal Turkson, siguiendo la indicación de S.S. Benedicto XIII a los Obispos africanos en la segunda asamblea especial para el África del Sínodo de los Obispos, fue la necesidad de que la Iglesia buscara las estrategias, métodos y actitudes oportunas para poner en práctica lo que se iba reflexionando como teoría teológica pastoral. El testimonio de que la teoría teológico-pastoral puede hacerse realidad lo proporcionó la Hermana Sor Geneviève Uwamariya, religiosa de las Hijas de Santa María de Ruanda, quien nos relató su experiencia en las iniciativas de reconciliación entre los grupos Tutsis y Hutus de Ruanda, cuyas escalofriantes escenas de genocidio y fratricidio, que acabaron con la vida de alrededor de un millón de ruandeses, fueron divulgadas por los medios de comunicación en 1994. Ella, hija de una familia y de una comunidad totalmente aniquilada, trabaja ahora promoviendo el perdón y la reconciliación en la cárcel donde conoció y perdonó a los asesinos de su padre y demás familiares.
La aportación de la región Sur Americana, expuesta en las ponencias del representante peruano, Pbro. Bruno Maat, y del argentino, Pbro. Jorge Cuervas, se centró en la necesidad de una Justicia Misericordiosa que no pretenda únicamente solucionar el conflicto inmediato victimario-víctima, sino que se aboque a la solución del conflicto social, cuyas desigualdades son causa primaria de muchos hechos delictivos.
Las conclusiones del encuentro fueron:
Nosotros, los 130 participantes, miembros de los equipos de Pastoral de Cárceles de 55 países, viniendo de los 5 continentes, nos hemos reunido en Yaundé (Camerún) para el XIII° Congreso de la CICPP del 27 de agosto al 1 de setiembre. El tema de nuestro Congreso fue: la Pastoral Penitenciaria Católica al servicio de la Reconciliación, la Justicia y la Paz.
Al finalizar nuestro Congreso hemos adoptado la siguiente Declaración.
1- Estamos profundamente preocupados por la situación de la Justicia Penal y de las Cárceles en el mundo. En ambos casos parecen reflejar las estructuras injustas que prevalecen en nuestra sociedad. En varios países los gobiernos tratan de responder al imperante deseo de mayor seguridad de la población con el incremento de las sentencias de privación de libertad y con el endurecimiento de las condiciones carcelarias.
2- Condenamos la pena de muerte que sigue existiendo en algunos países.
3- Deploramos que los estándares mínimos de la Naciones Unidas en cuanto las condiciones de detención no se cumplen a cabalidad.
4- Observamos que, en general, las condiciones actuales en las cárceles no permiten una real rehabilitación.
5- Esta situación no sólo causa sufrimiento a los detenidos – quienes muchas veces pierden su condición y sus derechos como ciudadanos – sino igualmente a su familia. Adicionalmente la respuesta no respeta la dignidad fundamental de todos los implicados y, al mismo tiempo, no responde a las necesidades de las víctimas del crimen y de la injusticia.
6- Las cárceles parecen ser lugares de venganza y no de reforma, porque pareen funcionar bajo el prejuicio que un(a) detenido/a ya no puede cambiar más y está condenado/a a repetir sus fechorías. Sin embargo, nuestra experiencia muestra que el cambio es posible, con el apoyo de una diversidad de programas y de acompañamiento pastoral. Éstos nos parecen compatibles con el sueño de Dios para la humanidad, que no incluía las cárceles en la sociedad. Creemos en la justicia misericordiosa de Dios.
7- Creemos firmemente que cada ser humano, sin excepción o condición alguna, es hijo/a de Dios y, por ello, digno de respeto, incluso si no ha respetado la dignidad de los demás.
8- Creemos que la sociedad precisa de una verdadera Justicia, que se realiza a través de la Reconciliación, y cuyo fruto es la Paz.
9- Consideramos que nuestra Iglesia es la Familia de Dios, en cuyo seno deberían prevalecer relaciones de solidaridad y de preocupación mutua. Es por eso que creemos que la Pastoral de Cárceles debería ser una de las primeras y principales responsabilidades de la Iglesia. La Pastoral de Cárceles no podrá limitarse a la visita de los/las detenidos/as, sino que deberá luchar por una sociedad más justa, así como por el bienestar y el respeto de todas las personas involucradas. Debería preocuparse también de la reforma de la justica penal y del sistema carcelario, para que éstas puedan ser más eficaces y para que puedan respetar la dignidad humana de todos. Estamos convencidos que tenemos que preocuparnos en primer lugar de los últimos, de los menospreciados y de los perdidos, es decir, de los más vulnerables como son: niño/as mujeres, enfermos mentales, extranjeros, etc.
10- Nos comprometemos a realizar las propuestas Nro. 54 y 55 del II° Sínodo de los Obispos africanos, que se refieren al ministerio pastoral en las cárceles en cuanto a la prevención del crimen, y al mejoramiento de los sistemas de justicia penal y de las cárceles. Queremos que las cárceles sean lugares donde los hombres y las mujeres puedan rezar y reconciliarse consigo mismo, con su comunidad y con Dios. Esto será imposible si no prevalecen la justicia y el respeto de su dignidad y derechos.
11- Estando en África nos sentimos reforzados por la instrucción del Papa Benedicto XVI a los obispos africanos a transformar su teología en acción pastoral. Vemos allí también nuestra responsabilidad de asistir a nuestros obispos en su rol referido al ministerio pastoral en las cárceles.
12- Sentimos que para responder a estos desafíos tenemos que reforzar la organización de la Pastoral de Cárceles en nuestra Iglesia, así como la cooperación con las demás entidades e instituciones de nuestra sociedad.
13- Consideramos que el Año de Gracia que el Señor Jesús anunció y que preveía la liberación de los encarcelados (Lc 4,18-19) aún no ha llegado. Pero confiamos en el amor de Dios y nos ponemos en Sus manos para que, a través nuestro y a través de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, pueda trabajar para realizar la Justica, la Paz y la Reconciliación que todos anhelamos.
Yaundé 01-09-2011
De las publicaciones difundidas en el Congreso, señalamos la “Guía para los capellanes ante la tortura” (Austria, 2010); “Informe sobre Tortura, una experiencia de monitoreo de los centros de detención para la prevención de la tortura” (Brasil, 2010); “Principios Básicos sobre la Libertad y la Atención Religiosa en los Centros Penitenciarios” (ICCPPC, 2010); “ONU y UE, Recomendaciones para el trato de reclusos extranjeros” (ICCPPC, 2010).
Redactó:
P. Ponc Capell Capell
P. Penitenciaria de Venezuela