miércoles, 23 de septiembre de 2009




Durante el mes de agosto tuvimos el honor de tener entre nosotros, sumándose a nuestras actividades pastorales, al músico suizo Christophe Fellay, familar del padre Gabriel Carrón. Al compartir momentos con él pudimos conocer a una persona sencilla, con un hablar calmo y disposición a la escucha y al diálogo a pesar de la gran distancia idiomática que nos separaba. Cuando lo entrevistamos para nuestro boletín, Christophe nos contó que llegó a la Argentina con su mujer y sus hijos para llevar a cabo un proyecto de servicio pensado como una actividad familiar. Durante el primer tiempo tuvieron que postergar su tarea y varios recitales que estaban previstos por el padre Gabriel por el alerta sanitario de la gripe “A”. A pesar de esto, cuando la pastoral pudo ingresar nuevamente a la cárcel realizaron, durante dos semanas, visitas a los barrios, a las cárceles, a las comisarías, asistiendo a las realidades de cada lugar, de la juventud, de la niñez de nuestros barrios. Muy conmovido por la situación de los jóvenes encarcelados, nos comentó: “hay una lógica de seguimiento entre el barrio y la cárcel. Los chicos de la mañana (el hogar Juan Diego) tenían los mismos problemas que los chicos que veía a la tarde en la cárcel. El mayor que tienen es la falta de auto estima.” Desde su lugar, entonces, se planteó qué recursos puede tener la música para poder minimizar esta situación, dar lugar al sentido en la vida de los chicos. “La música, utilizando lo básico que todos tenemos, que llevamos en nuestro cuerpo y que es la posibilidad de cantar y de realizar golpes de percusión con nuestras manos, aumenta la autoestima. Los chicos se concentran en realizar eso y cuando les sale un ritmo en percusión es muy importante para ellos, porque les “sale” algo, que son capaces de producir algo. Lo que yo hice y que fue muy bueno, fue grabarlos y que ellos después tengan la oportunidad de escucharse. Lo que yo pienso, desde esa experiencia, es que lo que tendría que seguir es un taller donde ellos puedan inventar sus propias canciones, y sus propios ritmos, para que tomen parte creativa de la música, y no estén repitiendo lo que dicen otros.”Durante nuestra entrevista Christophe subrayó la gran labor que llevan a cabo los voluntarios de ambas pastorales, que “aunque parezca ínfimo, el trabajo que realizan es muy grande e importante, porque trabajan para dar autoestima a los chicos y a los grandes.”

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